Cómo pueden las empresas e instituciones acelerar el viaje a la nube a través de las infraestructuras digitales inteligentes (HCI)

Por Alejandro Solana

24 de Marzo de 2022 | min

La tecnología se ha convertido hoy en un componente clave para el desarrollo de cualquier negocio y afecta incluso a la experiencia que tienen los clientes en su relación con las empresas. Y esto no es nada nuevo. La digitalización es algo de lo que se viene hablando desde hace muchos años, cuando las organizaciones y las administraciones públicas se dieron cuenta de que la tecnología era el principal argumento para demostrar que se podía hacer más con menos y responder mejor a los cambios en las necesidades del mercado.

El problema es que, como todo lo demás, la tecnología también evoluciona. De hecho, cada día son más las empresas que se van convenciendo de que las viejas y rígidas infraestructuras ya no son válidas ni satisfacen sus necesidades. Así, desde hace tiempo venimos oyendo hablar de big data, IoT, machine learning, infraestructuras digitales inteligentes (HCI), o los nuevos modelos en la nube privada, nube pública o nube híbrida.

Hasta hace poco, el foco de la IT tradicional estaba en las instalaciones “on-premise” y en un modelo organizativo que empujaba a las empresas a contratar la tecnología por capas: por un lado el mejor almacenamiento, luego la mejor conexión para las máquinas, después los servidores y así sucesivamente. Cada una de estas capas, además, requería contar con personal técnico especializado que se encargara de su funcionamiento y mantenimiento, lo que implicaba también altos costes y una gran dificultad para hacer cualquier cambio o actualización. Y más con el tradicional reto de escasez de perfiles tecnológicos para cubrir estos puestos. En definitiva, un modelo que no era nada flexible.

Pero de repente llegan las infraestructuras en la nube y lo cambian todo. Apuestan por una respuesta más ágil a las necesidades del negocio y una experiencia de consumo bajo demanda porque, independientemente del mercado en que operen, las organizaciones necesitan contar con soluciones que les ofrezcan la flexibilidad y seguridad necesarias para adaptarse a los cambios.

Las infraestructuras cloud se convierten así en la llave para incorporar la innovación e ir dejando atrás las ataduras de estos tradicionales entornos de TI, más lentos, complejos e ineficientes. Impulsan la modernización gracias a ofrecer una experiencia de consumo y una orientación a servicio para cada nivel de infraestructura (cómputo, almacenamiento, red, seguridad) y para cada ubicación (on-premise, edge, nube pública, privada, etc.). Podemos decir que alumbran una nueva infraestructura digital más inteligente, que es flexible, sostenible, eficiente, escalable, capaz de implementarse en solo unos días, en cualquier ubicación y con un modelo de pago por uso.

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Si estos nuevos modelos son tan innovadores, ¿qué tengo que hacer entonces para acelerar el viaje a la nube privada, nube pública, o nube híbrida?

Pues lo primero será analizar la realidad de la organización para sacar el máximo partido a todas las opciones. Una vez que este punto esté claro ya será más sencillo decidir cuál es el modelo operacional más conveniente a implantar. Y es que, como cualquier otra decisión trascendental de negocio, el movimiento masivo a cloud ha de ser la respuesta a las necesidades y expectativas de las aplicaciones y los datos relevantes que tenga sentido cubrir. Sin un porqué claro, no son pocos los clientes que están encontrando nuevas fuentes de insatisfacción después de ese movimiento.

Igual que hemos visto en el pasado generaciones de proyectos de outsourcing que han acabado con sorpresas unos años después, creo que un movimiento a cloud sin someterlo a una revisión crítica profunda no tiene sentido. Aún con las ventajas del pago por uso, si dentro de tres años te das cuenta de que el lugar donde estás no es estratégicamente el adecuado, el esfuerzo de mover la infraestructura y llevarla a otros proveedores puede suponer igualmente una inversión enorme.

Es más, bajo mi punto de vista, toda empresa debe tener en cuenta tres aspectos fundamentales a la hora de afrontar cualquier cambio. Por un lado están las personas, habitualmente acostumbradas a hacer las cosas de una manera y que necesitarán aprender nuevas formas de trabajar, y por otro los procesos y la tecnología. Y será muy importante definir un plan de actuación que contemple todos estos condicionantes, que analice el punto de partida a todos los niveles, cómo está organizada la compañía, cómo están acostumbrados a trabajar y cuál es el objetivo, para que podamos recomendar la forma más efectiva para conseguirlo.

Además, también estamos viendo que la seguridad es un activo muy importante. Por eso, nuestro planteamiento siempre ha sido incorporar la seguridad como un componente nativo para poder sacar el máximo partido a las cargas de trabajo o las aplicaciones. Sin perder de vista que cuanto más sencilla sea la experiencia para el que gestiona la transición a los nuevos modelos de nube, más posibilidades de éxito va a tener el proyecto.

Llegados a este punto, la pregunta que queda por hacer es si las empresas están realmente apostando por la nube y que hay de la nube híbrida.

Y la respuesta es que todavía queda trabajo por hacer, pero que estamos avanzando a buen ritmo. Tenemos muy claro que en 2022 seguiremos siendo testigos del despegue de la nube híbrida multicloud, por la adaptabilidad y flexibilidad que proporciona ante necesidades cambiantes.

De hecho, nuestro último estudio Enterprise Cloud Index ya señalaba que un 47% de las empresas españolas implementará modelos de nube híbrida o multicloud en los próximos cinco años debido a la pandemia, lo que hará que la penetración de los centros de datos tradicionales se desplome desde el 18% actual hasta apenas el 1% en los próximos cinco años.

En cuanto a los sectores, estamos viendo como quizá es el bancario el que está a la cabeza en innovación, pero la administración pública está también trabajando muy bien para mejorar el servicio al ciudadano.

Las soluciones de nube híbrida no son el fin sino las herramientas

En definitiva, y a modo de conclusión, creo que si hemos evolucionado en un aspecto es en la necesidad de hacer un análisis del “statu quo” y en saber cuál es la mejor aproximación en función de los requerimientos de cada empresa o institución. Ya sea en cuestión de tecnología, procesos o personas. Al final, lo importante es saber que la tecnología no debe ser un fin en sí misma sino una herramienta para cumplir nuestros objetivos.

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